Siempre
la palabra “vírgen” ha simbolizado a la pureza, la no-mezcla. Que no ha entrado en ella otra naturaleza,
sino que permanece tal como fue creada.
Que no fue invadida por algo ajeno a ella.
En esta parábola, estas vírgenes representan
a todos los que por la fe en Su Hijo hemos recibido una nueva naturaleza, pura,
de Dios. Representan a quienes han obtenido redención por la sangre de Jesucristo, y han sido hechos hijos de Dios. Nuevas criaturas por Su misericordia.
Antes pertenecíamos a otro; pero por Su gracia, hemos muerto en él, para resucitar cual vírgenes. Sí, para llegar a ser Su esposa, en aquél día de la boda.
Las vírgenes -¡las diez!- son figura de los redimidos. Son figura de la Iglesia del Señor.
La medianoche en tanto, habla de que termina el día. Se acerca la hora 24. Es a la medianoche cuando muere una fecha y nace la siguiente. Y es figura de este tiempo que termina, y del nuevo tiempo que comenzará, en el cual el Señor estará de nuevo con nosotros. Es figura del tiempo anterior a la Segunda Venida de Nuestro Señor.
Las diez vírgenes a medianoche es una figura de la Iglesia de Jesús, en este nuestro siglo XX.